jueves, 1 de noviembre de 2012

Desbocada. Capítulo 2


Habían pasado dos semanas desde que Valeria intentó dejar escapar los caballos que Adrián tenía en su establo. Durante esas dos semanas, Valeria estuvo enferma debido al camino de vuelta a casa que tuvo que hacer bajo la lluvia aquella misma noche.
Durante el tiempo que estuvo enferma no pudo parar de pensar en Adrián, y eso la fastidiaba. El hecho de pensar en él, aunque solo fuera por elaborar un malévolo plan para fastidiarle, la hacía sentirse furiosa consigo misma. ¿Por qué no podía sacarlo de sus pensamientos?, ¿por qué soñaba con ese hombre? se preguntaba una y otra vez.


Pasaron aquellas dos semanas y lo único que consiguió fue afianzar más aun ese sentimiento de odio y recuperarse por completo.

- Señorita Valeria, un apuesto joven ha venido a visitarla. ¿Qué desea que le diga? - comunicó Amanda, el ama de llaves de la familia Robleda.

Nada más oír la noticia, Valeria pensó en Adrián.

- ¿Un apuesto joven? ¿y se puede saber quién es ese apuesto joven? - preguntó intentando disimular lo que pensaba.

- Se trata de Adríán Mejías, el joven que compró los solares del sur del pueblo. Me preguntó por usted, se le veía preocupado.

Valeria corrió hacia la entrada de la casa, airada. Cuando llegó se paró en seco al ver a Adrián. Aquella vez al verlo el corazón le dio un vuelco. !Que guapo está hoy¡ pensó de repente.

- Vaya, creía que tendrías peor cara. Me dijeron que estabas muy enferma, pero veo que tu belleza no la eclipsa enfermedad alguna. Te iba a traer flores, pero no quería que creyeses que intento cortejarte - dijo Adrián Mejías con el tono burlón que tanto odiaba Valeria.

- Sabes que no te soporto, no se que haces aquí - le dijo Valeria con tono severo sin saber de dónde había sacado las palabras para decir semejante mentira. Tenía demasiado orgullo para reconocer que estaba deseando verle, aunque también deseaba darle un puñetazo en la cara y una patada en el culo.

- No seas mentirosa, si no me soportases no irías a intentar fastidiarme en plena noche durante una gran tormenta. ¿Me vas a invitar a pasar?

- !NO¡ Vete, déjame en paz - y le cerró la puerta en las narices.

Valeria se fue corriendo a su habitación y empezó a maldecir. Al medio día se calmó aunque aun estaba enfurecida. Hambrienta, bajó a la cocina y comió todo lo que se le antojó y se dirigió hacia la casa de Adrián.

Cuando llegó le encontró en los establos, cuidando a los caballos y hablando con ellos.

- Esa chica está loca amigo. No se si me gusta, me hace reír eso sí..., esos arrebatos de ira que le dan me hacen demasiada gracia. Además, se pone muy guapa cuando se enfada. Pero no es para mí, le faltan modales, se comporta como una niña de 3 años mimada, pero a pesar de eso me gusta.

Valeria se fue andando por el bosque tras escuchar eso. La desconcertó completamente. Paseó por el bosque tranquilamente, pensando en aquellas palabras. Luego volvió a casa, se dio un baño y se durmió.

Varios días más tarde Valeria fue con su familia a cenar al mismo restaurante que iban siempre y allí también se encontraba Adrián, aunque Valeria aun no se había dado cuenta. Este se sorprendió mucho al ver que no formaba ningún numerito. Ella había cambiado pensó Adrián.

Pasaron los días y en el pueblo se hablaba del repentino cambio que había dado la chica Robleda. Adrián se  enteraba de los chismes que contaban en el pueblo y cada vez le gustaban más. La niña malcriada había aprendido modales.

Un día, Valeria fue a visitar a Adrián. Éste se sorprendió mucho al verla, pensaba que se había olvidado de él, pero no era así y eso le hizo feliz.

- Como ves, pedazo de imbécil, la niña malcriada sabe comportarse, el caso es que no quería hacerlo hasta ahora - le dijo Valeria.

- ¿Has cambiado por mí?, vas a hacer que me sonroje - se burló Adrián.

- Me voy, no te soporto, no se por qué he venido, no se por...

Y las palabras de Valeria se cortaron cuando, sin esperárselo, Adrián la agarró por la cintura y la besó apasionadamente. Se estuvieron besando unos minutos hasta que Valeria reaccionó, le dio una bofetada y se marchó corriendo de allí.





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