lunes, 21 de agosto de 2017

Juguetón

La casa de Juana siempre me había resultado algo... misteriosa. Cómo podía yo imaginarme, lo que años más tarde me contaron.
Juana tenía a su hijo en la cuna dormido, mientras ella hacía las tareas de la casa; recogía y tendía la ropa, ponía otra lavadora, fregaba, etc.
De pronto el bebé comenzó a llorar y Juana bajó las escaleras para ver que le pasaba. A mitad de camino, dejó de escuchar el llanto del bebé. Llegó al salón y vio que la cuna estaba meciéndose sola y el bebé se había quedado dormido de nuevo. Comprobó la puerta que daba a la calle. Estaba cerrada. 
Tras el extraño suceso, siguió con sus tareas. Fue a guardar la ropa en el armario, pero este no se dejaba abrir. La puerta se atrancaba de vez en cuando y no había manera de abrirla. Dejó la ropa encima de la cama y fue a hacer la comida.

Por la tarde, Juana estaba trabajando, y María, su madre, se encargaba del bebé. María escucho un ruido en las habitaciones, en la planta de arriba de la casa. Subió las escaleras y entró a la habitación y vió la ropa encima de la cama. De repente, la puerta del armario se abrió, y María, que sabía que la puerta de ese armario estaba atrancada y no podía abrirse, al menos tan facilmente, dijo en voz alta:
- Eeeh, a mi no.
Y se fue abajo con el bebé.



Parece un fantasma con ganas de cachondeo. Mecer la cuna, atrancar una puerta y luego abrirla... En el mundo de los espíritus hay de todo por lo que se ve. Hay espíritus que se presentan ante alguien para despedirse porque quería hacerlo antes de morir, pero no le dió tiempo.

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