viernes, 16 de noviembre de 2012

Un extraño viaje


Ese día sentía algo raro en mi cuerpo, como un hormigueo continuo, como si estuviese nervioso por algo. No estaba nervioso simplemente volvía a Algeciras a pasar el fin de semana con mi familia, cosa que hacía muy a menudo.
El viaje no fue nada especial, iba solo con Logan, sí, llamo Logan a mi coche, y cantábamos, lo de siempre.
A medida que íbamos acercándonos a Algeciras comenzó a aparecer una espesa niebla que no me permitía ver a más de 10 metros, así que aminoré la velocidad a la que conducía.

Cuando estábamos a punto de llegar a casa, pensé que podría ir al paseo de la playa a tomar unas cuantas fotos que quedarían chulas y algo me invadió por dentro y cuando me di cuenta ya estábamos allí. Aparqué a Logan y me bajé con mi cámara de fotos. De repente aparecí dentro del agua sin saber cómo había llegado hasta ahí.
Me salí del agua como pude, pues había mucho oleaje, el mar estaba muy agresivo. Cuando conseguí salir miré hacia el paseo y vi a un hombre haciendo fotos. Al cabo de unos segundos, la imagen del hombre se deshizo como una cortina de humo arrastrada por el viento.

Comencé a andar hacia Logan pero al segundo paso unas voces me reclamaban.

- Ayúdame, ayúdame.

Me giré hacia la izquierda y donde antes no había nada, ni nadie, ahora habían dos niñas pequeñas. Tendrían 9 y 7 años como mucho las niñas. Estaban junto a una caña de pescar y la mayor estaba agarrándola y recogiendo el sedal rápido. No parecía que me hubiesen visto.

- ¿Quién entonces reclamaba mi ayuda? - me pregunté asustado. Todo estaba siendo muy extraño.

Me acerqué a las niñas. Entonces fue cuando me miraron y como un teatro ensayado señalaron hacia el mar mientras decían al unísono:

- Mi mamá, mi mamá... - decían las niñas mientras el viento se llevaba sus voces.

Miré donde señalaban y pude ver un brazo.

- No puedo ayudaros, lo siento, si entro ahí el mar me llevará a mi también. Venid, buscaremos ayuda. - dije con voz apenada. La pena me comía por dentro, no sabía que hacer, quería salvar a esa mujer pero estaba seguro de que nada podía hacer.
De pronto, ante mis ojos las dos niñas desaparecieron, el viento las deshizo... .

Me invadía una sensación de terror, desconcierto, pesadumbre... .

Me dirigí hacia Logan entre la espesa niebla, pero cuando llegué al paseo de la playa la luz se apagó. Estaba tan oscuro todo que no podía ver. Sabía con certeza que había farolas en todo el paseo y también sabía con total veracidad que esas farolas las habían roto a pedradas. Sin embargo, no se por qué sabía eso. Era todo tan extraño... .
Asustado cogí mi móvil y marqué el número de mi madre. El móvil no hacía la llamada y tampoco me servía para alumbrar la oscuridad pues la pantalla no se encendía por mucho que pulsase botones.

Con el móvil pegado a la oreja comencé a andar y notaba como si hubiese personas que chocasen conmigo al caminar. Estaba a punto de echarme a llorar.

- ¡Mi linterna solar que llevo en el llavero! - pensé de repente y me dio un poco de esperanza. Pero no sirvió para nada pues no podía darle a la manivela de la linterna para que alumbrase si tenía la mano ocupada con el móvil. Con las llaves, donde estaba la linterna, en una mano y el móvil en la otra seguí caminando en la completa oscuridad hasta que de pronto una brisa me traspasó y sentí como mi cuerpo se deshacía y entonces, desaparecí.



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