La señora Dolores iba todos los viernes al cementerio a poner flores en la tumba de su esposo. Le gustaba pasear por el cementerio para ver las flores tan bonitas que tenían los jardines. Estaba precioso, pensaba ella.
Uno de esos viernes, mientras ponía flores en la tumba de su esposo, un hombre, aparentemente joven, la saludó:
- Buenas tardes, señora - dijo el joven.
- Buenas tardes, ¿puedo ayudarle en algo?
- Sí, ¿podría poner unas pocas flores en aquella tumba? Por favor.
- Por supuesto - respondió Dolores amablemente.
Dolores siguió al hombre de cerca. A los pocos segundos de camino, Dolores se dio cuenta de que los pies del hombre no llegaban al suelo, sin embargo caminaba. A pesar de quedar perpleja ante tal situación, Dolores no dejó de caminar junto al hombre.
Llegaron a la tumba, y Dolores puso flores en ella. Al ver la foto que había en la tumba se dio cuenta de que era el mismo hombre que le había pedido que pusiera flores en ella. El hombre le dio las gracias, y Dolores vio como se desvanecía poco a poco.
A partir de ese día, Dolores llevó flores a la tumba de su esposo y a la del hombre al que otorgó, según pensó ella, la paz.
Este relato me parece muy interesante. Ese hombre solo quería que alguien le recordase, que alguien velara por su tumba. Se topó con una mujer bondadosa que le dio la paz para poder ir a donde vayan los espíritus. Supongo que irán a algún lugar porque con la de humanos que han muerto desde que comenzó la vida, estaría el mundo petado de fantasmas.
Uno de esos viernes, mientras ponía flores en la tumba de su esposo, un hombre, aparentemente joven, la saludó:
- Buenas tardes, señora - dijo el joven.
- Buenas tardes, ¿puedo ayudarle en algo?
- Sí, ¿podría poner unas pocas flores en aquella tumba? Por favor.
- Por supuesto - respondió Dolores amablemente.
Dolores siguió al hombre de cerca. A los pocos segundos de camino, Dolores se dio cuenta de que los pies del hombre no llegaban al suelo, sin embargo caminaba. A pesar de quedar perpleja ante tal situación, Dolores no dejó de caminar junto al hombre.
Llegaron a la tumba, y Dolores puso flores en ella. Al ver la foto que había en la tumba se dio cuenta de que era el mismo hombre que le había pedido que pusiera flores en ella. El hombre le dio las gracias, y Dolores vio como se desvanecía poco a poco.
A partir de ese día, Dolores llevó flores a la tumba de su esposo y a la del hombre al que otorgó, según pensó ella, la paz.
Este relato me parece muy interesante. Ese hombre solo quería que alguien le recordase, que alguien velara por su tumba. Se topó con una mujer bondadosa que le dio la paz para poder ir a donde vayan los espíritus. Supongo que irán a algún lugar porque con la de humanos que han muerto desde que comenzó la vida, estaría el mundo petado de fantasmas.
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