sábado, 14 de julio de 2012

Capitulo 4


Hace mucho tiempo, había 6 castillos, escuelas de magia claro. En cada uno de ellos se estudiaba un tipo de magia en particular. Cada castillo fue fundado por un gran mago, varios de ellos amigos míos y otros..., no tan amigos, pero poderosos al fin y al cabo. 

Cada año, íbamos reclutando más y más personas. ¿Para qué? Simplemente queríamos ofrecer nuestros conocimientos a quien quisiera. Nos sorprendimos al encontrar tanta gente que tuviera esa característica especial que nos permite ser algo más que humanos. 

A medida que pasaban los años, fui notando que el castillo que dirigía mi buen amigo Elmond Clinsky estaba llenándose demasiado, tenía demasiados estudiantes. Por supuesto, eso no me parecía mal, pero no veía bien que tantos tuvieran conocimientos de la magia negra. 
La magia negra consiste en todo tipo de embrujos y maldiciones dañinas, además de invocaciones del submundo, tales como demonios y no-muertos. Ciertos tipos de demonios, eran parasitarios, es decir, se meten en tu cuerpo y viven de ti, o más bien, viven por ti. Esto de invocar demonios parasitarios se puso de moda. ¿Por qué querría alguien que un demonio se le metiese dentro? Pues para hacerse más fuerte, claro. Todos los meses se hacían duelos entre los alumnos de cada castillo. Esto hacía que los profesores se aplicaran más en enseñar a los alumnos nuevos y más poderosos encantamientos. 

Años más tarde, en una de mis visitas a mi amigo Elmond, descubrí un extraño comportamiento en los alumnos, además de ver alumnos que hacía años que deberían haber terminado su etapa en el castillo. No había vida en sus rostros, parecían zombies. 
Hablé con Elmond y me aseguró que no sucedía nada. Me dijo que estaban allí aun porque ellos le pidieron que les dejara quedarse en el castillo.

Estuve investigando el asunto durante bastante tiempo hasta que descubrí lo que pasaba. Elmond estaba obligando a sus alumnos a ser controlados por un demonio parásito, y los sellaba a sus almas para que no pudieran separarse. Investigué como podía deshacer ese conjuro para salvarles, pero la única forma era destruir al demonio que mayor, el demonio que gobernaba a esos parásitos. Pero, ¿dónde se encontraba ese demonio? Era evidente verlo, el demonio estaba dentro de mi gran amigo. 
Fui a hablar con Elmond y le conté que lo había descubierto. Elmond se derrumbó y me contó que no le estaba poseyendo demonio alguno. 
Elmond estaba enamorado de una mujer, Rishu, que conocía desde hacía años. Yo desconocía que se hubieran casado, pero así era, llevaban años casados. Ambos eran grandes magos y les gustaba mucho experimentar. Un día, Rishu tuvo un problema con un hechizo que se le volvió en su contra. Se trataba de una invocacion superior. Convocó a un demonio parasitario del más alto nivel. Este absorvió toda su energía vital, dejándola inconsciente, pero aun con vida. Cuando Elmond fue a las salas de invocación donde se encontraba Rishu, la encontró allí tirada, sin saber que había pasado. De pronto, el demonio apareció y le ofreció un trato. Debía proporcionarle un ejército de magos dominados por sus lacayos parásitos y él le devolvería la vida a su amada.
Elmond aceptó, no podía vivir sin ella.

Intenté hacer entrar en razón a Elmond, pero no quiso hacerme caso. Repetía una y otra vez: "Debo salvarla, tengo que salvarla".

Fui entonces a hablar con los directores de los otros colegios de magia. Solo 4 estuvimos de acuerdo en que debíamos detenerle. Los otros 2, estaban de parte de Elmond. 

Semanas más tarde, teníamos preparados a los magos más capaces para enfrentarnos a los demonios. Fue una batalla grotesca. Matamos a todos los demonios, junto a las personas a quienes dominaban, menos a uno. Elmond escapó llevándose a su amada en brazos. 

No hemos vuelto a saber nada de él hasta que empezaron a brotar torres negras de la tierra. El hombre que te atacó era Elmond, o al menos su cuerpo.
 

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