jueves, 23 de agosto de 2012

Estrellas fugaces


Todo sucedió una bonita noche. Había lluvia de estrellas así que Marta y Roberto fueron juntos a la playa, a ver la lluvia. Pusieron una toalla en la arena y se tumbaron.
Al principio no veían nada así que estuvieron hablando durante 2 horas sin parar, pensando en el futuro, planeando sus vidas.
Más tarde Roberto vio una estrella fugaz en el momento en que pensaba todo lo que le haría si fuese millonario. Al cabo de un rato, Marta se fijó en un par de cañas de pescar que estaban a unos 50 metros de ellos. Nadie había cuidando de las cañas, y la playa estaba solitaria. Comenzó a refrescar, así que la pareja se abrazó para entrar en calor. Al mismo tiempo, una luz los deslumbró y algo cayó en la arena cerca de ellos.
Cuando la luz desapareció y pudieron ver con claridad, distinguieron a un hombre. Estaba desnudo, y no tenía buen aspecto. La pareja se levantó de la toalla, alarmados y le preguntaron al hombre si se encontraba bien. El hombre no contestó, estaba como ido....
De pronto, el hombre entró en sí, o eso les pareció a la pareja.

- Los tienen. Se los han quedado. No me los devolverán. Tengo que hacerlo. No me los devolverán.... - no paraba de repetir el hombre desnudo.

- ¿A quién se han llevado? y... ¿quiénes? ¿quiere que llame a la policía? - le preguntó Roberto.

- AAAAAAAAAAAAAAAA - gritó el hombre corriendo hacia Roberto.

Roberto apartó a Marta para que no le hiciese daño y cuando el hombre desnudo llegó hasta él, le dio una patada en el pecho que lo derribó. Entonces, Marta y Roberto salieron a correr, pero había alguien en medio. Una mujer, desnuda y completamente mojada, acababa de salir del agua. Al igual que el hombre, la mujer, con rostro sombrío, corrió hacia ellos con intención de hacerles daño. Roberto consiguió tirarla al suelo también y entonces huyeron.
Llegaron al coche y cuando fueron a entrar Roberto vio un boleto de lotería atrapado con la rueda de su coche. Lo cogió intentando no romperlo y luego se montó en el coche y se fueron de allí. Por el retrovisor pudo ver como tanto el hombre como la mujer corrían para cogerles, así que aceleró y se dirigieron a sus hogares.
Cuando llegaron a casa de Roberto, éste le contó a sus padres lo que había pasado. Al cabo de unas horas, oyeron golpes en la puerta de la casa. Asustados fueron corriendo a mirar por la mirilla de la puerta y se horrorizaron al ver que eran otra vez los dos locos que les perseguían.
Tan fuertes eran los golpes que daban en la puerta que no resistió mucho antes de caer. Pero para cuando cayó, Roberto y su padre estaban preparados con palos para dejarles inconscientes. Mientras tanto, Marta llamaba al a policía, la cual se puso en camino.
Nada más entrar los dos locos, Roberto y su padre le dieron palos hasta dejarlos tirados en el suelo. Luego, los ataron bien para que cuando despertaran no pudieran moverse.

Cuando llegó la policía les tomó declaración a la familia atacada y luego, cuando despertaron los agresores, les hizo un pequeño interrogatorio. La mujer no dejaba de llorar diciendo que nunca volverían a ver a sus hijos. El hombre, algo más sereno, les contó a la policía lo que les sucedió:

- Estábamos pescando en la playa, mi mujer, mis dos hijos y yo. De repente una luz nos deslumbró. Cuando pudimos ver de nuevo, estábamos en un lugar extraño. Unos seres se nos acercaron y nos quitaron a los niños. Para que nos dejasen seguir con nuestras vidas y recuperar a los niños nos dijeron que teníamos que acabar con dos personas, un chico y una chica. Querían que los matásemos porque iban a conseguir algo, algo que ansiaban y que ellos no podían permitir que consiguieran.
Luego nos inyectaron algo y nos mandaron otra vez a la playa. Entonces algo nos invadió, una especie de locura. Los vimos, vimos al chico y a la chica, y no pudimos detenernos, teníamos que matarlos..., pero ya no sirve de nada, nunca volveremos a verles... .

Y entonces el hombre comenzó a llorar.

Tanto el hombre como la mujer fueron internados en un hospital para enfermos mentales. Sobre el paradero de sus hijos nunca se supo nada, a pesar de las exhaustivas investigaciones del cuerpo de policía.

Marta y Roberto descubrieron que el boleto de lotería que se encontraron era el boleto ganador de aquella misma noche. Usaron parte del dinero para pagar a investigadores profesionales, para que encontrasen a los hijos de sus agresores. Nunca encontraron nada y ellos sabían que no encontrarían nada ya que vieron aquella luz, al igual que vieron aparecer al hombre y la mujer de la nada.
A pesar de la felicidad que les proporcionó el dinero, siempre tuvieron aquella sensación de que alguien les vigilaba. Y nunca pudieron dejar de preguntarse, "¿y si aun quieren matarnos?".

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